La función asesora y la profesionalización desde el contexto internacional. “Reflexionando la mejora educativa”.
La necesidad
de profesionalizarnos para cambiar desde la función del Servicio de Asistencia
Técnica a la Escuela (SATE); nos implica como asesores técnicos y directivos a
tener conciencia de los motivos e importancia del cambio para la mejora
escolar. A continuación expondré una narrativa que revisa los orígenes de esta
idea desde el plano internacional.
La función
asesora como apoyo externo a las escuelas en el contexto mundial, inició su
desarrollo como consecuencia de los movimientos de reforma curricular acaecidos
en Europa y Estados Unidos a partir de mediados del siglo XX; en donde se
cuestionaba el modelo de profesor existente. Se buscó potencializar valores
como la reflexión, la investigación partiendo de las necesidades de la
práctica, el trabajo en grupo entre los profesores; se rompe con la idea del
profesor individualista dentro del aula, para ofrecer una nueva perspectiva del
valor de la planificación en el centro. Estos cambios cuestionaban al mismo
tiempo la formación del profesorado, demandando otras alternativas formativas
que se ajustaran a las necesidades de los cambios producidos. Los cursos como
modalidad formativa habían demostrado poca eficacia en la visión de los
administradores de la educación, será la época del cambio planificado. Era
necesario un nuevo modelo relacional entre los expertos y los profesores. No
bastaba con indicar cómo había que hacer las cosas, en qué momento, con qué
contenidos, y que los profesores se limitaran a cumplirlas. En su inició se
pensó que un grupo de expertos con competencias técnicas, se encargará de
dirigir y controlar la transformación de las instituciones educativas y del
profesorado a través de programas de cambio externos a los centros, realizando
labores de enlace, mediación y apoyo. A medida que evolucionó su concepción, su
aportación a la dirección y al control del cambio fue substituido por las
tareas de ayuda y apoyo; motivo actual del asesoramiento escolar. Desde sus
orígenes es una práctica controvertida al estar ligada muchas veces a la
inspección educativa; pero ha logrado relevancia y aceptación cuando se dirige
al asesoramiento propiamente educativo favoreciendo la formación permanente del
profesorado, la orientación escolar, al promover la innovación educativa, la
organización escolar, la construcción de roles de asesores externos en el
ámbito de la enseñanza, la autopercepción y la percepción corporativa, la
construcción compartida y contextualizada del rol de cada agente educativo
dentro de los proyectos internos de las instituciones; teniendo cuidado de la
conflictividad del rol del agente de apoyo.
Durante los
años 60 se centró la atención en la innovación educativa, en los Estados
Unidos, fue una era importar innovaciones, había preocupación porque un gran
sector percibía los logros científicos del Oeste detrás de los logros Rusos, se
abrieron recursos económicos nacionales para realizar las mayores reformas
curriculares, innovaciones tecnológicas, innovaciones organizativas: escuelas
abiertas, programas flexibles y enseñanza en equipo. La época correspondió con
el movimiento por los derechos civiles en los años 60, se permitió una mayor
igualdad de oportunidades para los desfavorecidos, los excluidos, para el
desarrollo, la diseminación de innovaciones ejemplares en el ámbito educativo.
Cfr. (Fullan, 2002)
En 1965 El
Instituto para Estudios en Educación de Ontario se estableció con un mandato
amplio para la investigación, diseminación y para los estudios graduados sobre
problemas educativos. Para Michael Fullan, el significado del cambio educativo
tendrán tres periodos de aprendizaje: La década de la Implementación
(1972-1982) La década del Significado (1982-1992) y La década de la Capacidad
para el cambio (1992- ?). Fullan
reflexiona en su obra sobre el significado del cambio educativo y llega a
observar en un cuarto de siglo de aprendizaje que alrededor de 1970 y hasta
casi el final de la década; la innovación e implementación se usaron sin
afectar la cultura escolar y en una forma poco certera. Obras, como: Tras la
puerta del aula de Goodlad (1970), La cultura escolar y el problema del cambio
de Sarason (1971), Implementar innovaciones en la organización de Gross (1971)
y Anatomía de la innovación educativa de Smith y Keith (1971) exponían el
problema. Se adoptaban innovaciones sin cuestionarse el sentido y se asumía el
uso de las mismas aunque en la práctica pocas cosas estaban cambiando. Charters
y Jones (1973) miraron el riesgo de apreciar lo que no se ha llevado a efecto.
Fullan en la revista Interchange sobre el tema “Innovaciones en el aprendizaje
y los procesos del cambio educativo”, mira un problema de mucha de la
bibliografía, en donde el objeto central se situaba en la innovación y los
valores y metas de los usuarios, sin tener influencia directa en los procesos.
Los resultados son una diversidad en las innovaciones; pero con resultados
similares. Fullan reflexiona sobre como
el cambio significativo tiene consecuencias en el cambio de roles y en las
relaciones entre roles; cambios que deben formar parte de la implementación.
Cuando hay poca concienciación acerca de las innovaciones, éstas requieren un
cierto “desaprendizaje” y “reaprendizaje”, que crean incertidumbre y que
cuestionan las competencias para desempeñar dichos papeles, los planes de
cambio no se logran. En 1982, acuña la frase “implementation dip” que perdura
como un concepto útil y duradero en el concepto del cambio. Su obra hace una
reflexión sobre la preparación del profesorado y el desarrollo profesional, la
importancia creciente de la formación inicial del profesorado. Cfr. (Fullan,
2002)
De 1982 a 1987,
el Proyecto Internacional para la Mejora de la Escuela (ISIP), organizado por
el Centro de Investigación e Innovación Educativa (CERI) de la Organización
para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), defienden la mejora de la
escuela, ofreciéndonos una serie de procesos concurrentes y recurrentes en la
cual una escuela: aumenta los resultados del alumno; centra su atención en el aprendizaje y la enseñanza;
construye su capacidad de ocuparse del cambio al margen de su procedencia;
define su propia dirección; valora su cultura actual y trabaja para desarrollar
normas culturales positivas; cuenta con estrategias para alcanzar sus
objetivos; estimula las condiciones internas que intensifican el cambio; mantiene el ímpetu en
periodos turbulentos; y supervisa, evalúa un proceso, progreso, logro y
desarrollo centrado en la escuela; implica a todo el personal del centro;
construye una comunidad de aprendizaje que incluye a la comunidad escolar en su
conjunto; está guiado por la información
obtenida tanto a partir de datos del centro docente y sus alumnos como de la
literatura de investigación; potencia el desarrollo continuo del profesorado;
fomenta la capacidad de los alumnos para aprender; se centra en el análisis de la enseñanza y el
currículo y en el desarrollo de iniciativas para mejorarlo. Cfr. (Murillo,
2003)
En 1993, la creación
de los National Learning Laboratories-NTL (Laboratorios Nacionales de
Aprendizaje) trabajaba en la formación en el ámbito de las habilidades
grupales, así como en la reflexión, diagnóstico y acción compartidos. Durante
mucho tiempo, fue un laboratorio alejado de los aspectos instruccionales y de
funcionamiento diarios en los centros. En ese año Fullan publica su obra el
cambio educativo productivo, un avance importante fue la comprensión de que el
“propósito moral” era un aspecto crítico de cambio; afirma que los objetivos
principales del cambio deberían estar ligados a establecer una diferencia.
(Fullan, 2002)
De 1991 a 1997
se enmarcan muchos de los programas de mejora de la escuela más exitosos y que
más influencia han tenido, por ejemplo: el proyecto IQEA, fue creado en 1991
como un proyecto colaborativo de mejora escolar en el Reino Unido, ha dejado
seis constataciones: El centro docente no mejorará si los profesores no
evolucionan individual y colectivamente, si el centro en su conjunto pretende
evolucionar deben existir muchas oportunidades de desarrollo del profesorado en
el que los docentes aprendan juntos. Los buenos centros docentes parecen tener
formas de trabajar que estimulan la participación de la comunidad escolar,
especialmente de los alumnos. El centro
docente que desarrolla programas de mejora exitosos tiene una clara visión de
los mismos y considera el liderazgo como una tarea compartida por muchas
personas. Una forma de mantener la
participación de la comunidad es la coordinación de las actividades. Para ello
es esencial tanto la comunicación como las interacciones informales entre los
docentes. El centro que reconoce al cuestionamiento y la reflexión como procesos
importantes de la mejora, consigue más fácilmente aportar claridad y establecer
significados compartidos en torno a prioridades de desarrollo. Una cuidadosa
planificación puede ayudar a convertir el futuro deseable del centro, la visión
en prioridades de mejora, ordenar esas prioridades en el tiempo y mantener la
atención sobre la práctica del aula. Cfr. (Murillo, 2003)
En 1996, Peter
Senge, argumenta que profesores y directores deben moverse hacia el peligro y
correr el riesgo de unirse al medio formado por los padres, la comunidad, la
tecnología, el Gobierno… si se quiere tener éxito. Hay dos dimensiones claves
para la capacidad: una es lo que los individuos pueden hacer para desarrollar
su efectividad, a pesar del sistema; la otra es la forma como los sistemas
necesitan transformarse, ¿por qué merece la pena hacerlo? se especifica que no
podemos depender de o esperar a que el sistema cambie. Analiza la teoría del
caos y en su reflexión opina que el cambio no es lineal y los sistemas no son
coherentes en absoluto. Requerimos desarrollar nuestras propias capacidades
individuales para aprender y para seguir aprendiendo sin dejar que nos
derrumben las vicisitudes del cambio. Este es también el camino para que el
sistema cambie, con individuos actuando
como aprendices; invita a hablar cada vez más con aquellos que tienen ideas
diferentes a las nuestras, con ello sería probable que los sistemas aprendiesen
a cambiar. Ve una necesidad en cambiar
los colegios que no son organizaciones que aprenden. Se necesita especialmente:
promover la “reculturización”, la creación de “nuevos” tiempos y la
“reestructuración” de las mismas. (Fullan, 2002)
En 1996, la
Comisión Nacional para la Enseñanza y el Futuro de América, refiera a la
enseñanza, como un todo, observa la necesidad de una reforma fundamental: en la
entrada, selección, en la formación inicial y en la inducción a la profesión;
el continuo desarrollo profesional de los educadores. En el documento se expone
que hasta ese momento, las experiencias de reformas educativas integrales no
han sido muy inspiradoras. Las decisiones tomadas a nivel de secretarías de
educación, rara vez llegan a la sala de clase o son reformuladas de acuerdo a
conceptos tradicionales. Cfr. (Schwartzman, 2001)
La década de
los 90 se caracterizó por la influencia de la Investigación sobre “Eficacia
Escolar” y el movimiento de Mejora de la Escuela. También se dio el retorno de
los diseños de enfoque sistémico para alcanzar la reforma a gran escala. Las
estrategias de mejora y cambio educativo se tornaron así más grandes, más
ajustadas, más duras y, en consecuencia, más superficiales. También diferentes
países impulsaron políticas educativas que tendieron a dotar de mayor autonomía
a las escuelas para que éstas puedan asumir sus propias decisiones en materia
de cambio. Al analizar múltiples investigaciones, Javier Murillo nos refiere
algunos aspectos claves para la mejora de la escuela que a mi juicio tienen
repercuten con la construcción de las comunidades profesionales de aprendizaje.
Cfr. (Murillo, 2003)
La escuela
como centro del cambio. Para que un cambio en un centro educativo llegue a
producirse y sea satisfactorio es necesario que el impulso, la coordinación y
el seguimiento surjan del propio centro. La transformación depende del
profesorado, de lo que los hagan y piensen. Técnicamente se utiliza el término
de “cultura escolar”. Es factible la reflexión de las ideas: Sabemos dónde
vamos, debemos tener éxito, podemos hacerlo mejor, todos debemos aprender,
aprendemos intentando algo nuevo, pensamos mejor juntos, nos sentimos bien
juntos. Cfr. (Murillo, 2003)
El papel de la
dirección tiene un enfoque colegiado, participativo, con liderazgo pedagógico y
para el cambio. Cfr. (Murillo, 2003)
Hemos
conformado una comunidad de aprendizaje: somos una organizaciones que aprende;
lo tenemos consiente en nuestra misión y visión; la cultura escolar: es colaborativa, hay
creencias compartidas sobre la necesidad de un desarrollo profesional continuo,
se comparten ideas y materiales, respetamos las ideas de los colegas, hay apoyo
en las decisiones arriesgadas, estimulamos la discusión abierta de las
dificultades, celebramos en forma compartida los éxitos, tenemos compromiso por
ayudar a los alumnos… Cfr. (Murillo, 2003)
La estructura
escolar cuida la distribución de la autoridad, hay decisiones por consenso,
reuniones de planificación, sesiones frecuentes de solución de problemas entre
los subgrupos del profesorado, tiempo establecido para el desarrollo
profesional, disposición del espacio físico y del tiempo que facilite el
trabajo en equipo, libertad para experimentar nuevas estrategias. Cfr.
(Murillo, 2003)
Las
estrategias son sistemáticas, han implicado a alumnos, padres y profesorado,
estamos implementando un plan de desarrollo institucional, nos servirá en la
revisión periódica de las metas de la escuela, nos sirve como procesos para implementar
programas específicos y asegurar su seguimiento. Cfr. (Murillo, 2003)
La política y recursos atienden el empleo de
colegas de la propia escuela como “recursos” para el desarrollo docente, la
disponibilidad de una biblioteca profesional, materiales curriculares y
ordenadores, el acceso a una asistencia técnica para implementar nuevas
prácticas, el acceso a recursos de la comunidad… Cfr. (Murillo, 2003)
La idea de que
"la escuela es el centro de cambio", es actualmente objeto de
matización y reajuste. Esto se debe a aspectos de ineficacia e inequidad, la
idea se llega a ver excesivamente optimista e irreal. No todas las escuelas
cuentan con la misma capacidad interna para organizarse y concretar un plan de
mejora. Cfr. (Murillo, 2003)
Daniel Muijis
desde el 2010 es un investigador que relata el caso del Reino Unido, donde
alrededor del 30% de los establecimientos de educación escolar muestran
procesos profundos de colaboración en torno al mejoramiento de la enseñanza, el
aprendizaje y liderazgo escolar. La colaboración y la cooperación entre
escuelas fuertes y débiles; ofrece beneficios a cada una, las políticas que se
han implementado para hacerlo efectivo, las condiciones que se tienen que
generar. Muijis afirma que no se puede contemplar exclusivamente a las escuelas
de manera individualizada, sino que ahora es necesario ampliar la mirada y
comenzar a considerar a los esfuerzos de colaboración entre los centros como un
elemento clave para la mejora. Así, las redes de aprendizaje y la consecuente colaboración
entre instituciones se conforman como estrategias de cambio con el potencial
para mejorar las escuelas. (Muijis, 2015)
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